martes, 24 de marzo de 2009

En Laponia hace frío, pero yo me río

Una vez que el viaje está situado en el post anterior, procede contar lo que sucedió en la excursión y dar algún detalle más. Como dije en el post anterior, el viaje a la ida en tren no se hizo muy pesado, por eso de que teníamos cama, y ocho horas con cama se pasan rápido si uno duerme, como fue el caso (eso sí, después de unos "refrigerios" y unos muses en la cafeta del tren).

Llegados a Rovaniemi, cogimos el coche y nos fuimos a visitar la ciudad: primero, la iglesia de Rovaniemi, que la construyeron casi antes de ayer por la tarde, y por lo tanto no tenía mucho interés. Caminando por allí y por sorpresa apareció ante nosotros... ¡Lordi's Square!. Sí, el famoso grupo de rock resultó que era de Rovaniemi, y al ganar Eurovisión les hicieron una plaza para ellos solos, en la que tienen su pertinente placa, y sus manos impresas, a lo "Hall de la Fama". Otro monumento muy importante de Rovaniemi era el McDonalds más al norte del mundo, que hace las delicias de los turistas literalmente. Con nosotros no hicieron negocio, eso sí.

Comimos, y volvimos a coger el coche para irnos a Santa Klaus Village, a 3 kilómetros de Rovaniemi, donde vive Papá Noel y por la que pasa el círculo ártico. Pagar 25€ por ver a Papá Noel pues como que no procedía, así que nos limitamos a deambular por la zona y a hacernos fotos estúpidas, como esta en la que salimos Juande y yo. Una vez visitado el sitio, fuimos a coger la llave de la primera cottage, y para allá que nos fuimos. Para los no iniciados, una cottage es una casa pequeña de campo, normalmente a orillas del lago, con su correspondiente sauna. Eso sí, de las tres cottages en las que estuvimos, sólo dos tenían agua corriente, lo cual en realidad no tiene nada de raro. Por eso, el procedimiento para obtener agua era sencillo: coger nieve de fuera, y hervirla para poder fregar cacharros, lavarse, o para echarla sobre las piedras de la sauna.

No podíamos irnos de Laponia sin haber hecho un agujero en el lago helado, así que ya la primera noche nos dedicamos a hacer uno. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos resultaron infructuosos, porque a pesar de que hicimos un agujero de medio metro, no llegamos al agua del lago, lo cual era bastante indicativo del frío que había hecho días anteriores. Echada la noche en la cottage, al día siguiente tocaba safari de huskys cerca de la zona. La actividad la organizaba el "Husky Team", o así se hacían llamar unos cuidadores de huskys que se dedicaban a hacer safaris para los interesados, en este caso nosotros. Para mí esto fue lo mejor del viaje. Mención especial a los huskys que tiraron del trineo que conducíamos Juande y yo, que tenían la fuerza de un toro, especialmente los dos negros de detrás.


Una vez hecho el safari de huskys, en el que nos dieron de comer salchichas y té lapón, nos fuimos a por la llave de la siguiente cottage. En esta segunda cottage sí hubo agua corriente, con lo que sólo calentamos nieve para la sauna. Al día siguiente, tocaba día de esquí en el resort de Levi, que estaba a menos de una hora de allí. Me convencieron para hacer snowboard, y puedo decir sin peligro a equivocarme que fue unos de los más grandes errores que he podido cometer en mi vida. Después de casi reventarme una rodilla, y de hacerme una simpática caminata de 3 kilómetros con las botas y tabla de snow a cuestas, pude cambiarme a esquí, y la cosa fue mejor. Lástima que el sitio estuviera un poco mal pensado, por eso de que las pistas azules estuvieran conectadas entre ellas por pistas rojas y negras, poniéndoselo un poco más difícil de la cuenta a los principiantes. Después de un día agotador esquiando y haciendo hiking, nos fuimos para la siguiente y última cottage.

Y cuando parecía que nada podía mejorar, esa misma noche... ¡aurora boreal sobre nosotros! No nos tocó una tan espectacular como las que suelen salir en las fotos, pero allí estuvo durantes varias horas retorciéndose. Sólo éso ya hizo que el viaje a Laponia mereciera la pena, porque en principio no había muchas probabilidades de ver una aurora boreal durante nuestro viaje, por aquello de que depende de muchos factores. Impresionante.

Para acabar, el último día nos fuimos al parque nacional de Pallas a dar una vuelta durante un rato, y fuimos de vuelta a Rovaniemi para coger el tren de vuelta a casa, eso sí, con una historia de narcotráfico delante nuestro en el vagón del tren. Historia muy larga de contar, así que me abstendré.

En definitiva, uno de los mejores viajes del Eramus, si no el mejor junto con el que hicimos en Octubre a Riga, aunque como experiencia, Laponia queda sin lugar a dudas en primera posición. Por último, aquí yo hundido en un metro de nieve.



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