jueves, 21 de mayo de 2009

Riga y Vilnius

Me animo a volver a escribir una vez que he encontrado un rato después de volver de mi último viaje como erasmus. Como ya avanzaba en el anterior post, poníamos rumbo a esos pequeños países de las costas orientales del Báltico, más en concreto Riga y Vilnius, sacrificando una necesaria re-visita de Tallin, de la cual no me recuerdo, que diría alguien.

Vuelta a Riga, porque una visita a Riga nunca está de más por muchos motivos, ya sea la fiesta, por lo que hay que ver allí, o por las musas riguenses que pasean por sus calles. La novedad en este caso sería Lituania, más en concreto Vilnius. Se puede resumir Lituania como un país atrasado y que todavía rema con la fuerza de los años 60, tan presentes en todas partes, empezando por la ropa de sus habitantes y sus peinados. Es volver a Falcon Crest sólo que de forma cochambrosa. En suma, gente fea y antipática. Sin embargo, no todo el monte es orégano, y Lituania tine sus ventajas: es un país que está de oferta. Quizá si esto lo dice alguien que viene de Finlandia, alguien pudiera pensar que pudiera ser esto una exageración. Nada más lejos, no he cocido un país tan escandalosamente barato nunca en mi vida en absolutamente todo.

Lástima que en Lituania no haya prácticamente nada que ver, mucho menos en Vilnius. Catedral, las vistas desde el monte que hay plantado en medio de la ciudad con su "castillo" en lo alto, y muchas iglesias (en Lituania son católicos a más no poder). A falta de cosas que ver, nos cogimos un autobús a un pueblo cercano llamado Trakai y pronunciado de otra manera, a ver un famoso castillo. Y esto acabó siendo de lo mejor del viaje por ser una cosa curiosa, como yo la llamo. Después de ésto, Lituania quedó vista para sentencia.


Aprovechamos para quedar con Aurelija y Aleksandra, lituanas del primer cuatrimestre en Lappeenranta y que se ofrecieron a darnos el tour guiado, y llevarnos a varios sitios típicos. El primero de ellos, un restaurante típico lituano. La comida típica lituana se resume en "patata". Allí se les llaman ZEPPELINES, porque son patatas enormes que están rellenas de carne, mediante un procedimiento que segun Aurelija es muy complicado. No las haré en casa. El otro sitio típico, un bar en el que servían cervezas con sabores: arándanos, lima, fresa... o la mía, de coco, que ha sido de lo mejor que he probado en mi vida en cuestión de cervezas. Y además barato, como ya dije.

Una vez ya aquí después de un agotador viaje devuelta, me dispongo a preparar todo, porque este domingo salgo de Lappeenranta para no volver en mucho tiempo, ya que se acaba mi año Erasmus. Mis impresiones sobre este año las reservo para uno de mis último posts, que no tardará en llegar porque estos días estoy ajetreado preparando cosas y despidiéndome de la gente, que ya se marcha. Mal asunto el de las despedidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que envidia!!!!!
te hace un sushi???

Anónimo dijo...

mu buen viaje!
vamos rajoy
mariano rajoy
del partido popular
contigo estoy!
Los hermanos brother se hicieron con un imperio