domingo, 23 de noviembre de 2008

Portuguese evening

Los sábados siempre es día de fiesta tranquis, después de salir a saco los viernes. Como dice Maño, "Alfon, tú en estas fiestas estás en tu salsa", y será verdad porque suele ser de lo mejor de la semana aunque no pase nada muy trascendente.


Para la fiesta de sábado de esta semana, Magali y Joao organizaron una "noche portuguesa" (a pesar de que el único idioma que aprendí esa noche fuera japonés). Lo que tenía la noche de portuguesa fue toda la comida que habían enviado los padres de Joao y Magali a Finlandia, consistente en bacalao, atún, chorizo portugués, y castañas. Estas últimas generaron un poco de polémica pues todo el mundo se las quería apropiar como de su tierra, tirando abajo el mito de que son típicas de Portugal: "En Oviedo esto se come todo el otoño", "¿En París ésto? todos los días", "Por Madrid, en Navidad, cada vez que salgo a la calle". Discusión sin moraleja ni conclusión. Eso sí, el Albarinho (que no Albariño que se enfadan los portugueses) que llegó de Portugal, muy bueno.

Por lo demás, entre plato y plato, todos abrigados afuera para fundirnos a bolazos de nieve. La duración de estas batallas de nieve estos primeros días suele estar en función de lo que tarda en caerte una bola dentro de la capucha, momento en el cual uno suele retirarse temporalmente. A pesar de que la noche acabara con anécdotas varias, el protagonismo se lo acabó llevando una partida de twister de incontables participantes., provocando posturas de las que no puedo dejar testimonio aquí.

Acabada la fiesta, me di cuenta de que el ultimo autobús había pasado, así que vuelta a casa a pata a una temperatura de unos cuantos grados bajo cero. Menos mal que la compañía no fue mala.

PD: en estas fiestas, siempre toca enseñarle a bailar el aserejé a alguien. Es lamentable, pero el público lo pide.

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