viernes, 21 de noviembre de 2008

Y llegó para quedarse

Eso es. Ya leisteis hace días que aquí había nevado una noche de sorpresa, y algo de nieve había cuajado. Pues bien, tanto nevó la noche siguiente a aquella, que Lappeenranta amaneció esa mañana blanca como la leche, y desde así sigue y seguirá hasta marzo según las previsiones.


Karanko amaneció nevado como podeis ver en la foto, regalándonos oportunas pendientes por las que deslizarnos con mi recién comprado trineo. Caída la nevada, varias actividades imprescindibles que hacer, aparte de la hacer el moñas con el trineo. Por ejemplo, sauna y luego rebozarse por la nieve a una temperatura deliciosa de -5 grados, con Lucas llenándote el bañador de nieve. En la foto, cuando salimos a la nieve entre sauna y sauna.


Sin embargo, la nieve, siendo como es tan blanca, frágil e inocente, esconde tras esta máscara de bondad una faceta destructora. Su primera víctima, mi bicicleta, y por ende, mi bolsillo: me levanté una de estas mañanas para ir a la yliopisto, y mi rueda delantera no giraba porque entre ella y el guardabarros había un bloque de hielo. Solucionado el problema, marché para la uni y aparqué la bici donde siempre, en el parking de alumnos; a la vuelta, la nieve había hecho estragos en los mecanismos de mi bicicleta: la llave no entraba en el cerrojo, las ruedas no andaban, y lo peor de todo, las marchas no funcionaban. Solución, irse al centro y comprarse el abono de autobús, previo pago de 56€, y de ahí que mi bolsillo se lamente.

Por último, aquí dejo testimonio de los primeros bolazos de nieve con Alen, que se suceden con estratosférica frecuencia desde hace dos días. Y así seguiremos.


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