lunes, 22 de septiembre de 2008

Helsinki I

Prometo no hacer un post enorme, intentaré extenderme lo justo y necesario.


Y es que el viernes por la mañana nos fuimos para Helsinki a pasar dos días. Así que después de levantarnos a las 7 de la mañana para ir a clase. Ya se sabe que en condiciones normales, uno a clase no va a esas horas, pero la asistencia era más o menos vital ese día. En detrimento de los try-ons de los overalls (este asunto va para otro post, que tiene tela), pillamos el tren de las 11:30 Juanmi, Juande y yo. Después de dos horas y media de tren y llegados ya a Helsinki, con mapa en mano, a dar vueltas por los alrededores de la estación: primero, al museo Ateneum, que nos recibió con un sonoro "Where are you going?!? Buy the tickets" y que nos hizo marcharnos de allí automáticamente; y es que aquí lo de pagar por entrar en un museo de temática desconocida no se estila, que a lo mejor te dejas 10 euros en la entrada y acabas viendo una colección de disecciones de renos.

Después de reponer fuerzas en un parque cerca de la estación y de hacernos fotos chorras con las típicas estatuas de madera finesas que abundan por aquí, nos fuimos para el Parlamento, y la under-church. Esto de la under-church es un invento que no hay por dónde cogerlo, consistente en una iglesia protestante (aquí en los países nórdicos lo que abundan son los protestantes) pero enterrada debajo de muchas piedras. De ahí lo de under-church. Misterio del asunto ninguno, pero como la visita era gratis y tenía fama, pues allá que nos fuimos flechados.

Dejando ya atrás la underchurch, encuentro con parte del resto de la expedición, formada por Alen y Jordi, que habían ido al aeropuerto a recoger a María que llegaba ese día. Dejadas las maletas en el Hostel Stadium (hostal situado en el recinto olímpico de Helsinki), marchamos a encontrarnos con el resto de gente enfrente de la catedral protestante de Helsinki, esta vez ya con Juju, Albert y Álex recién llegados (se me puede ver pequeñito en la foto). A la catedral ese viernes acabó entrando todo el mundo menos yo, porque cuando me acerqué a la entrada, recibí un seco portazo en mis narices.

Y es que en este país a las seis de la tarde se cierra todo a cal y canto, sin disticiones, aunque estés en la misma puerta de la tienda. En este caso, de una catedral. Ya lo de entrar a la catedral lo dejaría para el día siguiente.

De la catedral protestante, a la ortodoxa, de la que dicen que en su interior caben 14000 personas dentro, aunque a mí eso me sigue sonando a típica chorrada que se le cuenta al turista de turno. Luego, y previo paso por un Smarket, a cenar/beber al Hostel Stadium, y todos al Onnella. Supuestamente, ni siquiera me haría falta contar lo que es el Onella, porque según dos finesas locas a las que preguntamos por un sitio famoso al que ir por la noche, era conocido en toooooooda Finlandia. Y es que el Onnella es una disco que es de las que más fama tiene por Helsinki, y por extensión en el mundo entero. Todo según estas locas que no sabían caminar si no era a base de saltos y voces.

Y sí, el Onnella acabó por ser un sitio para no olvidar, por muchos motivos. De algunos hay testimonio gráfico (que como podeis ver no necesitan ninguna clase de explicación) y de otros afortunadamente no: íbamos hacia el ropero alegremente, yo delante, y Jordi dándome charla detrás, cuando se me ocurrió la idea de girarme para decirle algo. Los inconvenientes de esta clase de situaciones es que, si te giras, puedes acabar por no ver dónde vas poniendo los pies, y un escalón mal puesto puede hacer de ti el hombre más desgraciado de la noche. Y así fue, se me ocurrió girarme, seguir caminando, me tropecé con el escalón, y aterricé en el suelo con el lado derecho de mi cara. No querais saber dónde tenía las manos para evitar la caída, porque no lo sé. Simplemente no respondieron a mi llamada. De este momento sólo recuerdo cómo Jordi me preguntaba si estaba bien, para, en cinco segundos después, estallar en carcajada.

Convertido en una especie de Harry Potter, vuelta al Hostel Stadium. Aquí mis heridas al lado de mi ojo y ceja derechas.

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