domingo, 28 de septiembre de 2008

Sebastian's birthday

Pues sí, ayer tocaba otro cumpleaños, en este caso de Sebastian, natural de Alemania. Por eso de ser un evento pensado a la alemana y por alemanes, yo ya iba sobre aviso y preparado mentalmente, porque el nivel de alcohol en estas fiestas suele acabar descontrolándose. Y con ello, la fiesta también.


Desde una multitudinaria spanish dinner en la que me volvió a tocar hacer tortilla de patata para 18, fuimos hacia la C17, casa de Marek, Juande y Sebastian. Últimamente y como podreis observar, la C17 se está convirtiendo en asiduo lugar de reunión entre unas cosas y otras, pero siempre para lo mismo, que es pimplar. Lo que pasa es que ayer, como ya he dicho, la cosa acabó disparándose. Llegué a la C17 con la mente puesta en no beber más que las dos cervezas que había traído desde casa; sin embargo, nada más poner un pie en la habitación de Sebastien, que en buena hora ciñó espada, me cayó un vaso de tequila en la mano izquierda, y en la derecha el limón y la sal. Momento en el cual mi idea de no beber se convirtió en polvo cósmico.

Entre el chupito de tequila que se invitó después el cumpleañero de nuevo, los dos copazos de Smirnoff que me hizo beber (el segundo contra mi voluntad), y licores revienta hígados (léase Jägemeister y Sliwowitz), acabamos por cogernos un melocotón de proporciones bíblicas, que diría Alen.

Y cómo no, toda fiesta de cumpleaños tiene sus correspondientes regalos. En este caso, una bandera de Finlandia con las firmas de todos los invitados, la botella de Jägemeister que nos acabamos bebiendo minutos después, y otra cosa más que no recuerdo (siempre me acabo olvidando de algún regalo).

En la foto de arriba, Sebastien intentando dar un discurso con la botella de Jägemeister. Digo "intentando" porque estaría diciendo ya tantas locuras a causa del alcohol que ni le atendíamos, como podeis ver.




Aquí dejo el vídeo de parte del "Sebastian's speech", en el cual el cumpleañero ya había dejado de razonar hace rato. Quiso ser algo en forma de brindis, pero al final es difícil adivinar en qué queda. Sólamente que acaba por dirigirme un efusivo "I love you".

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