martes, 14 de octubre de 2008

Riga

Procedo a contaros lo acontecido estos días en Riga y Tallinn, obviando detalles para evitar que esto se convierta en el Pentateuco. El plan de viaje desde Lap a Riga tampoco tiene demasiado misterio, así que haré un skip hasta nuestra llegada a Riga.

Ya llegados por la noche, y el hostal encontrado, nos arrejuntamos con Debon (apelativo místico-cachondo de Deborah), amiga de Lara y estudiante Erasmus en Riga. Como buena erasmus y nada más llegar, nos llevó de fiesta por Riga, más en concreto, a un bar underground. Al bar, según nos contó Debon, le precedía la fama, porque un tío se había liado a tiros contra el techo días antes. Finalmente, el local quedó dominado por nosotros de tal manera, que los barmans se vieron obligados a ambientarnos con Escape (SKA-P para los más puristas). La música nos reveló que Pavel (natural de la República Checa) sabe muchas más canciones de ska-p que cualquiera de nosotros... nos contó que por esas tierras triunfaron mucho (lega-legalizacion...). Bebida barata y a lo grande, que además en Letonia todo es muy barato, al menos comparado con Finlandia.


Vuelta al hostal con historias de extintores aparte, y de pedoflas, que diría Banis (en la foto las consecuencias de la pedoflería), a dormir un rato y al día siguiente a visitar Riga. Riga, también conocida como SIN-CITY: ciudad de pistoleros, pilinguis y maleantes. Maleantes de todas las edades, aunque los más peligrosos resultaron ser los de 12 años, que tan pronto te pedían dinero como te ofrecían mujeres con toda la naturalidad. Y es que por lo que nos enteramos, Sin-City es una ciudad chunga y de extremos: o uno es pobre , o es rico y va en limusina (la densidad de limusinas en Riga es escandalosa).

Aparte de esto, paseo ocioso por Riga, visita de monumentos varios, y subida al hotel más alto de Riga con vistas a la ciudad entera. Esto último no lo contaría si no fuera porque Lucas y yo, aburridos de esperar al ascensor, nos lanzamos a subir los 26 pisos del hotel por las escaleras. Para el tamaño de la hazaña, la recompensa acabó siendo mísera: un triste capuccino que acabó casi costando el riñón derecho. En la foto, Lucas y yo sudando como perros nada más batir el récord que hayamos batido (aunque al final todo el mundo llegara antes que nosotros).


Ese viernes por la noche, vuelta al bar del día anterior para entrar en calor, y luego a una discoteca famosa de Riga a la que amablemente también nos llevó Debon. Dimos la fiesta por semi-acabada a las 7 de la mañana, porque hora y media más tarde salía nuestro autobús hacia Tallinn... Lo que pasaría a continuación merece un post aparte.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

cabronnn, no me pongas esa foto de pedoflas en la cama!!buscare a la peeeeoooppleee culpable, y la venganza sera...escandalosa!!