miércoles, 15 de octubre de 2008

Tallinn

Después de la odisea que supuso llegar hasta Tallinn, una vez allí la cosa no dejó de complicarse. Como nos habíamos dejado también en el hostal los papeles de la reserva del hostal en Tallinn (en donde venían unas oportunas indicaciones para llegar hasta él), empezamos a vagar por el mundo sin rumbo fijo. A base de caminar sobre el empedradísimo suelo de Tallinn, que debió ser en su época (y sigue siendo) una máquina de tortura, conseguimos encontrarlo.



Dejados los bártulos a eso de la hora de comer, marchamos para el estadio de furbo (o fumbo, nunca de fútbol) a hacer cola. Detalles y anécdotas aparte, dejo aquí alguna foto del partido. Mención especial a Julie, Masa, Pavel y Lucas, que siendo francesa, japonés, checo y suizo respectivamente, se convirtieron en afición española en toda regla, a base de pinturas, gritos y locuras varias. Eso sí, Pavel hizo una traición a medias, porque aunque acabó disfrazándose de español, también compró el mítico gorro de los estonios. Se le perdona. En la foto, él y sus cuernos. No me pregunteis cómo acabó el partido porque no lo recuerdo, estuvimos a todo menos a eso. Ganar, ganamos. Ya por cuánto no sé.

Después del partido, discoteca, dormir en el hostal y un rato de no-visitar Tallinn (lo dejo para otra ocasión, cuando vengan mis padres por ejemplo). Lo única conclusión que saqué fue que han convertido a la ciudad en una especie de parque temático medieval, con campesinos disfrazados regalando cosos garrapiñados por todos lados. Para terminar cogimos el ferry con destino Helsinki para pillar un tren que nos llevara de vuelta a Lappeenranta. En la foto, la "pipol" en la cubierta del barco del horror, llamado así porque se movía como mil demonios.


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